El otro día, mientras trabajaba, me llamó la atención una pareja que iba con sus hijos. En la situación en la que estábamos, vi cómo lograron sacar esa parte del niño interior que vive dentro de todos nosotros. Esa parte que muchos adultos intentan ocultar o reprimir porque las máscaras sociales que llevan no se lo permiten.
Mi trabajo me permite ver muchas cosas de las personas: lo bueno y, penosamente, lo no tan bueno. Pero créeme: de todo se aprende. Por un instante, vi cómo esta pareja consiguió desconectar de lo que les rodeaba, entrando en ese espacio atemporal y sacando a relucir su esencia auténtica. Eso que muchos otros no se atreven a mostrar.
Esto me hizo reflexionar sobre la importancia de no perder nuestra esencia y de no permitir que las personas que nos rodean nos la hagan perder.
¿Qué es realmente la esencia?
No debemos confundir esencia con el hecho de trabajarnos como personas. Mejorar aspectos de nosotros mismos está bien, pero la esencia es el SER en su estado puro, sin máscaras, sin filtros.
Las máscaras las usamos para cumplir con expectativas ajenas o propias, pensando (de forma equivocada) que si mostramos nuestro verdadero yo, seremos rechazados o no estaremos a la altura.
El camino hacia la autenticidad
Llegar a esta conclusión lleva tiempo. ¿Quién no ha visto a una persona mayor que de repente parece un niño, alguien a quien le da igual lo que los demás piensen? En esas personas podemos ver un salto de conciencia.
Así es la vida: vamos dando pequeños saltos de conciencia, aprendiendo y creciendo. Algunos más rápido, otros más despacio. Lo importante es permitirse ser auténtico y trabajar en dejar que ese ser esencial brille, sin miedo al juicio de los demás.
Las consecuencias de perder la conexión con tu esencia
Cuando nos alejamos de nuestra esencia y abusamos de las máscaras, es común que lleguen las crisis existenciales. Personas que, aparentemente, lo tienen todo pero sienten un vacío interior. Esto sucede porque se desconectaron de sí mismos y crearon un ideal de lo que “deberían ser” para ser aceptados.
Este vacío muchas veces se intenta llenar con:
- Consumo de sustancias
- Relaciones tóxicas
- Compras compulsivas
- Actos impulsivos
Pero el placer de lo externo siempre es momentáneo. La verdadera plenitud está en reconectar contigo mismo.
Cómo reconectar con tu esencia
💡 Permítete ser tú mismo de vez en cuando.
💡 Busca momentos para desconectar del entorno y conectar contigo.
💡 Cuestiona las máscaras que llevas y por qué las llevas.
💡 No busques fuera lo que solo puedes encontrar dentro.
Las circunstancias a veces no ayudan, lo sé. Pero aprender a navegar esas dificultades es parte del crecimiento. Aquí no hay culpables: actuamos según nuestro nivel de conciencia y muchas veces usamos máscaras como mecanismo de supervivencia.
Aun así, regalarte momentos de autenticidad te recarga y te devuelve a tu centro.
Seguramente esa pareja que observé tenía sus retos, como todos. Pero en ese instante se dejaron ser. Y eso fue un recordatorio de lo valioso que es mantener nuestra esencia.
Preguntas para el lector
- ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que eras tú mismo, sin máscaras ni filtros?
- ¿Qué es lo que más temes que los demás vean de ti, y por qué?
- ¿Qué pequeño paso podrías dar hoy para conectar con tu esencia?
- ¿Qué parte de ti crees que has ocultado para encajar en las expectativas de los demás?
- Si pudieras ser tú mismo sin miedo al juicio, ¿qué cambiaría en tu día a día?
La vida nos reta a diario a ponernos máscaras, a cumplir con lo que se espera, a ser “lo que toca” en cada momento. Pero cuando logramos quitarnos esas capas, aunque sea por un instante, es cuando realmente nos sentimos libres, plenos y en paz.
Hoy, date el permiso de ser tú. Aunque sea en un gesto pequeño, en un momento fugaz. Porque tu verdadera esencia no necesita permiso de nadie más que de ti mismo para brillar.